No han sido kilos y kilos de café, pasta, latas de conserva, pañales, jabón o kilos de material en productos de farmacia lo que nuestros alumnos y sus familias o distintas empresas o entidades han aportado para una buena causa, como es paliar lo efectos del monstruoso egoísmo llamado guerra. Han sido KILOS Y KILOS DE SOLIDARIDAD lo que durante más de seis días han ido llegando a nuestro Colegio en forma de material humanitario. Han sido kilos y kilos de ilusión, cariño y preocupación para ayudar. Kilos y kilos que han dibujado y tatuado el sello de nuestra solidaridad. No es la solución, pero sí nuestra colaboración para decir al pueblo de Ucrania que estamos con ellos, que nos preocupamos por la realidad en la que viven y que queremos que todo lo que hemos recogido sea un eco, un grito, una apuesta por la paz y la justicia.
Pero no sólo desde las presentes líneas queremos agradecer esa solidaridad, sino también la colaboración humana de nuestros alumnos que en los distintos días se han preocupado de pasar por las clases para ir recopilando los distintos kilos de solidaridad. Preocupación traducida en un corazón grande , que hace hasta sacar tiempo en nuestro quehacer diario, para organizar por secciones cada una de las cosas aportadas, hasta el punto de hacer de las catequesis de confirmación una respuesta a Cristo necesitado y reflejado en el pueblo ucraniano.
Este veintidós de marzo se han trasladado desde el Puerto de Santa María los colaboradores del P. Yuriy , que henchidos de sorpresa, han mostrado su agradecimiento y emoción ante todo lo aportado desde nuestra comunidad educativa. Y esos kilos de esperanza marchan rumbo a esa tierra llamada Ucrania, tierra que grita, reza e implora la PAZ.